autentica bruma

Dame la mano si queres respirar,
toca mis pupilas si queres sentir el despertar.
Senti mi cuerpo rozar tu corazón.

Soña que el día te cubra de azul
y la noche pasara sin más que decirte.
Sin más que reprocharte.

Solo neblina te invade
Solo de musgos hecha estas.

Reina del olvido.
Diosa del karma eterno.

antes del amanecer

Subimos a un faro, abandonado ya
seguro que por algún mortal.
Nose porque pero amaba los lugares desiertos
que tanto miedo te daban.

No me importaba que la niebla nos cegara.
Porque sentí en un instante, es más lo vi,
que tus ojos eran esa luz que faltaba.

Con vos cualquiera podía guiarse, si lo hacia bien.
No era tan fácil, pero creo que lo más interesante era disfrutar
ese paisaje lúdico, hasta que te adueñabas de mi lentamente.
Sucumbiendo mis suspiros con tu boca tan roja.

Tan llena de vos estabas, solo pájaros cubrían ese halo
de magnifica envidia.
Aunque sabía que santa jamás serias.

T e estabas por dormir pero logre sacarte otra sonrisa.
Infinidad fuiste en el reflejo de aquel espejo roto
que alguna vez intente obsequiarte, después que me dijeras
que conmigo te alcanzaba.

Parece una broma, pero somos inmortales

-Estaba al borde de un cantero, una flor amarilla cualquiera. Me había detenido a encender un cigarrillo y me distraje mirándola. Fue un poco como si también la flor me mirara, esos contactos, a veces... Usted sabe, cualquiera los siente, eso que llaman la belleza.

Justamente eso, la flor era bella, era una lindísima flor. Y yo estaba condenado, yo me iba a morir un día para siempre. La flor era hermosa, siempre habría flores para los hombres futuros. De golpe comprendí la nada, eso que había creído la paz, el término de la cadena. Yo me iba a morir y Luc ya estaba muerto, no habría nunca más una flor para alguien como nosotros, no habría nada, no habría absolutamente nada, y la nada era eso, que no hubiera nunca más una flor.

El fósforo encendido me abrasó los dedos. En la plaza salté a un autobús que iba a cualquier lado y me puse absurdamente a mirar, a mirar todo lo que se veía en la calle y todo lo que había en el autobús. Cuando llegamos al término mino, bajé y subí a otro autobús que llevaba a los suburbios.

Toda la tarde, hasta entrada la noche, subí y bajé de los autobuses pensando en la flor y en Luc, buscando entre los pasajeros a alguien que se pareciera a Luc, a alguien que se pareciera a mí o a Luc, a alguien que pudiera ser yo otra vez, a alguien a quien mirar sabiendo que era yo, y luego dejarlo irse sin decirle nada, casi protegiéndolo para que siguiera por su pobre vida estúpida, su imbécil vida fracasada hacia otra imbécil vida fracasada hacia otra imbécil vida fracasada hacia otra...

Pagué.



-Una flor amarilla (Julio Cortazar)-